jueves, 21 de febrero de 2008

Introduciendo el fin de semana


Aparece el jueves. Llega el viernes. Y luego el sábado y el domingo y todo se muestra (falsamente) relajado. Pero en una rutina de 6x5, la llegada del fin de semana, o su mera cercanía, no provoca precisamente relajación.

Los planes normalmente no sirven de mucho. Todos sabemos que es mejor no planificar, que los buenos momentos se encuentran. Algo parecido nos han contado en el curso a la hora de crear nuestras películas: hay que estar ahí trabajando, escribiendo, filmando o tomando apuntes para redescubrir la validez de la idea y sus posibilidades de éxito. También nos han dicho que empecemos desde el detalle y lo singular hacia universos más grandes, es decir, de lo particular a lo general; cuando antes siempre había escuchado lo contrario.

Sucede que en las puertas del fin de semana -y con este ya van dos en Buenos Aires- no sé por dónde empezar. Podría tomar una guía y decidir a dónde acudir: teatros, cines, tangos, boliches, pizzerías, parrillas... Acá todo eso se puede hacer... en una noche! Y eso me asusta, porque no encuentro muchas diferencias en el ritmo de esta ciudad con respecto a la que me ha tocado vivir. Salir de noche bien tarde, calentar en algún bar, luego otra copa, tomar un remise (taxi) hasta el boliche (discoteca) seleccionado, terminar en un after desfasado y dejarse llevar hasta que el cuerpo diga off. Todas estas son las posibilidades que nos ofrece Buenos Aires cada finde. Diríase que esas mismas se pueden encontrar en Córdoba, Madrid o Barna. Y eso es lo que me asusta.

Por el momento esto es el principio. Y está bueno.
Juan

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